La idea para este relato me laproporcionó mi amigo, el señor Fletcher Robinson, que me ha ayudado además en la línea argumental y en los detalles de ambientación.
Arthur Conan Doyle
El señor Sherlock Holmes, que de ordinario se levantaba muy tarde, excepto en las ocasiones nada infrecuentes en que no se acostaba en toda la noche, estaba desayunando. Yo, que me hallaba de pie junto a la chimenea, me agaché para recoger el bastón olvidado por nuestro visitante de la noche anterior. Sólido, de madera de buena calidad y con un abultamiento a modo de empuñadura, era del tipo que se conoce como «abogado de Penang». Inmediatamente debajo de la protuberancia el bastón llevaba una ancha tira de plata, de más de dos centímetros, en la que estaba grabado «A James Mortimer, M.R.C.S., de sus amigos de C.C.H.», y el año, « 1884». Era exactamente la clase de bastón que solían llevar los médicos de cabecera a la antigua usanza: digno, sólido y que inspiraba confianza.
Ce matin-là, M. Sherlock Holmes qui, sauf les cas assez fréquents où il passait les nuits, se levait tard, était assis devant la table de la salle à manger. Je me tenais près de la cheminée, examinant la canne que notre visiteur de la veille avait oubliée. C’était un joli bâton, solide, terminé par une boule — ce qu’on est convenu d'appeler « une permission de minuit ». Immédiatement au-dessous de la pomme, un cercle d’or, large de deux centimètres, portait l’inscription et la date suivantes : « À M. James Mortimer, ses amis du C. C. H. — 1884 ». Cette canne, digne, grave, rassurante, ressemblait à celles dont se servent les médecins « vieux jeu ».
-Veamos, Watson, ¿a qué conclusiones llega?
« Eh bien, Watson, me dit Holmes, quelles conclusions en tirez-vous ? »
Holmes me tournait le dos et rien ne pouvait lui indiquer mon genre d’occupation.
-¿Cómo sabe lo que estoy haciendo? Voy a creer que tiene usted ojos en el cogote.
« Comment savez-vous ce que je fais ? Je crois vraiment que vous avez des yeux derrière la tête.
-Lo que tengo, más bien, es una reluciente cafetera con baño de plata delante de mí -me respondió-. Vamos, Watson, dígame qué opina del bastón de nuestro visitante. Puesto que hemos tenido la desgracia de no coincidir con él e ignoramos qué era lo que quería, este recuerdo fortuito adquiere importancia. Descríbame al propietario con los datos que le haya proporcionado el examen del bastón.
— Non ; mais j’ai, en face de moi, une cafetière en argent, polie comme un miroir. Allons, Watson, communiquez-moi les réflexions que vous suggère l’examen de cette canne. Nous avons eu la malchance de manquer hier son propriétaire et, puisque nous ignorons le but de sa visite, ce morceau de bois acquiert une certaine importance.
-Me parece -dije, siguiendo hasta donde me era posible los métodos de mi compañero- que el doctor Mortimer es un médico entrado en años y prestigioso que disfruta de general estimación, puesto que quienes lo conocen le han dado esta muestra de su aprecio.
— Je pense, répondis-je, suivant de mon mieux la méthode de mon compagnon, que le docteur Mortimer doit être quelque vieux médecin, très occupé et très estimé, puisque ceux qui le connaissent lui ont donné ce témoignage de sympathie.
-¡Bien! -dijo Holmes-. ¡Excelente!
— Bien, approuva Holmes… très bien !
-También me parece muy probable que sea médico rural y que haga a pie muchas de sus visitas.
— Je pense également qu’il y a de grandes probabilités pour que le docteur Mortimer soit un médecin de campagne qui visite la plupart du temps ses malades à pied.
-¿Por qué dice eso?
— Pourquoi ?
-Porque este bastón, pese a su excelente calidad, está tan baqueteado que difícilmente imagino a un médico de ciudad llevándolo. El grueso regatón de hierro está muy gastado, por lo que es evidente que su propietario ha caminado mucho con él.
— Parce que cette canne, fort jolie quand elle était neuve, m’apparaît tellement usée que je ne la vois pas entre les mains d’un médecin de ville. L’usure du bout en fer témoigne de longs services.
-¡Un razonamiento perfecto! -dijo Holmes.
— Parfaitement exact ! approuva Holmes.
-Y además no hay que olvidarse de los «amigos de C.C.H.». Imagino que se trata de una asociación local de cazadores, a cuyos miembros es posible que haya atendido profesionalmente y que le han ofrecido en recompensa este pequeño obsequio.
— Et puis, il y a encore ces mots : « Ses amis du C. C. H. ». Je devine qu’il s’agit d’une société de chasse…. Le docteur aura soigné quelques-uns de ses membres qui en reconnaissance, lui auront offert ce petit cadeau.
-A decir verdad se ha superado usted a sí mismo -dijo Holmes, apartando la silla de la mesa del desayuno y encendiendo un cigarrillo-. Me veo obligado a confesar que, de ordinario, en los relatos con los que ha tenido usted a bien recoger mis modestos éxitos, siempre ha subestimado su habilidad personal. Cabe que usted mismo no sea luminoso, pero sin duda es un buen conductor de la luz. Hay personas que sin ser genios poseen un notable poder de estímulo. He de reconocer, mi querido amigo, que estoy muy en deuda con usted.
— En vérité, Watson, vous vous surpassez, fit Holmes, en reculant sa chaise pour allumer une cigarette. Je dois avouer que, dans tous les rapports que vous avez bien voulu rédiger sur mes humbles travaux, vous ne vous êtes pas assez rendu justice. Vous n’êtes peut-être pas lumineux par vous-même ; mais je vous tiens pour un excellent conducteur de lumière. Il existe des gens qui, sans avoir du génie, possèdent le talent de le stimuler chez autrui. Je confesse, mon cher ami, que je suis votre obligé. »
Hasta entonces Holmes no se había mostrado nunca tan elogioso, y debo reconocer que sus palabras me produjeron una satisfacción muy intensa, porque la indiferencia con que recibía mi admiración y mis intentos de dar publicidad a sus métodos me había herido en muchas ocasiones. También me enorgullecía pensar que había llegado a dominar su sistema lo bastante como para aplicarlo de una forma capaz de merecer su aprobación. Acto seguido Holmes se apoderó del bastón y lo examinó durante unos minutos. Luego, como si algo hubiera despertado especialmente su interés, dejó el cigarrillo y se trasladó con el bastón junto a la ventana, para examinarlo de nuevo con una lente convexa.
Auparavant, Holmes ne m’avait jamais parlé ainsi. Ces paroles me firent le plus grand plaisir, car, jusqu’alors, son indifférence aussi bien pour mon admiration que pour mes efforts tentés en vue de vulgariser ses méthodes, m’avait vexé. De plus, j’étais fier de m’être assimilé son système au point de mériter son approbation quand il m’arrivait de l’appliquer. Holmes me prit la canne des mains et l’examina à son tour pendant quelques minutes. Puis, soudainement intéressé, il posa sa cigarette, se rapprocha de la fenêtre et la regarda de nouveau avec une loupe.
-Interesante, aunque elemental -dijo, mientras regresaba a su sitio preferido en el sofá-. Hay sin duda una o dos indicaciones en el bastón que sirven de base para varias deducciones.
« Intéressant, quoique élémentaire, fit-il, en retournant s’asseoir sur le canapé, dans son coin de prédilection. J’aperçois sur cette canne une ou deux indications qui nous conduisent à des inductions.
-¿Se me ha escapado algo? -pregunté con cierta presunción-. Confío en no haber olvidado nada importante.
— Quelque chose m’aurait-il échappé ? dis-je d’un air important. Je ne crois pas avoir négligé de détail essentiel.
-Mucho me temo, mi querido Watson, que casi todas sus conclusiones son falsas. Cuando he dicho que me ha servido usted de estímulo me refería, si he de ser sincero, a que sus equivocaciones me han llevado en ocasiones a la verdad. Aunque tampoco es cierto que se haya equivocado usted por completo en este caso. Se trata sin duda de un médico rural que camina mucho.
— Je crains, mon cher Watson, que la plupart de vos conclusions ne soient erronées. Quand je prétendais que vous me stimuliez, cela signifiait qu’en relevant vos erreurs j’étais accidentellement amené à découvrir la vérité…. Oh ! dans l’espèce, vous ne vous trompez pas complètement. L’homme est certainement un médecin de campagne… et il marche beaucoup.
-Entonces tenía yo razón.
— J’avais donc raison.
-Hasta ahí, sí.
— Oui, pour cela.
-Pero sólo hasta ahí.
— Mais c’est tout ?
-Sólo hasta ahí, mi querido Watson; porque eso no es todo, ni mucho menos. Yo consideraría más probable, por ejemplo, que un regalo a un médico proceda de un hospital y no de una asociación de cazadores, y que cuando las iniciales CC van unidas a la palabra hospital, se nos ocurra enseguida que se trata de Charing Cross.
— Non, non, mon cher Watson… pas tout – tant s’en faut. J’estime, par exemple, qu’un cadeau fait à un docteur s’explique mieux venant d’un hôpital que d’une société de chasse. Aussi, lorsque les initiales « C. C. » sont placées avant celle désignant cet hôpital, les mots « Charing Cross » s’imposent tout naturellement.
-Quizá tenga usted razón.
— Peut-être.
-Las probabilidades se orientan en ese sentido. Y si adoptamos esto como hipótesis de trabajo, disponemos de un nuevo punto de partida desde donde dar forma a nuestro desconocido visitante.
— Des probabilités sont en faveur de mon explication. Et, si nous acceptons cette hypothèse, nous avons une nouvelle base qui nous permet de reconstituer la personnalité de notre visiteur inconnu.
-De acuerdo; supongamos que «CCH» significa «Hospital de Charing Cross»; ¿qué otras conclusiones se pueden sacar de ahí?
— Alors, en supposant que C. C. H. signifie « Charing Cross Hospital », quelles autres conséquences en déduirons-nous ?
-¿No se le ocurre alguna de inmediato? Usted conoce mis métodos. ¡Aplíquelos!
— Vous ne les trouvez-pas ?… Vous connaissez ma méthode…. Appliquez-la !
-Sólo se me ocurre la conclusión evidente de que nuestro hombre ha ejercido su profesión en Londres antes de marchar al campo.
— La seule conclusion évidente est que notre homme pratiquait la médecine à la ville avant de l’exercer à la campagne.
-Creo que podemos aventurarnos un poco más. Véalo desde esta perspectiva. ¿En qué ocasión es más probable que se hiciera un regalo de esas características? ¿Cuándo se habrán puesto de acuerdo sus amigos para darle esa prueba de afecto? Evidentemente en el momento en que el doctor Mortimer dejó de trabajar en el hospital para abrir su propia consulta. Sabemos que se le hizo un regalo. Creemos que se ha producido un cambio y que el doctor Mortimer ha pasado del hospital de la ciudad a una consulta en el campo. ¿Piensa que estamos llevando demasiado lejos nuestras deducciones si decimos que el regalo se hizo con motivo de ese cambio?
— Nous devons aller plus loin dans nos suppositions. Suivez cette piste. À quelle occasion est-il le plus probable qu’on ait offert ce cadeau ? Quand les amis du docteur Mortimer se seraient-ils cotisés pour lui donner un souvenir ? Certainement au moment où il quittait l’hôpital pour s’établir…. Nous savons qu’il y a eu un cadeau…. Nous croyons qu’il y a eu passage d’un service d’hôpital à l’exercice de la médecine dans une commune rurale. Dans ce cas, est-il téméraire d’avancer que ce cadeau a eu lieu à l’occasion de ce changement de situation ?
-Parece probable, desde luego.
— Cela semble très plausible.
-Observará usted, además, que no podía formar parte del personal permanente del hospital, ya que tan sólo se nombra para esos puestos a profesionales experimentados, con una buena clientela en Londres, y un médico de esas características no se marcharía después a un pueblo. ¿Qué era, en ese caso? Si trabajaba en el hospital sin haberse incorporado al personal permanente, sólo podía ser cirujano o médico interno: poco más que estudiante posgraduado. Y se marchó hace cinco años; la fecha está en el bastón. De manera que su médico de cabecera, persona seria y de mediana edad, se esfuma, mi querido Watson, y aparece en su lugar un joven que no ha cumplido aún la treintena, afable, poco ambicioso, distraído, y dueño de un perro por el que siente gran afecto y que describiré aproximadamente como más grande que un terrier pero más pequeño que un mastín.
— Maintenant vous remarquerez que le docteur Mortimer ne devait pas appartenir au service régulier de l’hôpital. On n’accorde ces emplois qu’aux premiers médecins de Londres – et ceux-là ne vont jamais exercer à la campagne. Qu’était-il alors ? Un médecin auxiliaire…. Il est parti, il y a cinq ans… lisez la date sur la canne. Ainsi votre médecin, grave, entre deux âges, s’évanouit en fumée, mon cher Watson, et, à sa place, nous voyons apparaître un garçon de trente ans, aimable, modeste, distrait et possesseur d’un chien que je dépeindrai vaguement plus grand qu’un terrier et plus petit qu’un mastiff. »
Yo me eché a reír con incredulidad mientras Sherlock Holmes se recostaba en el sofá y enviaba hacia el techo temblorosos anillos de humo.
Je souris d’un air incrédule, tandis que Holmes se renversait sur le canapé, en lançant au plafond quelques bouffées de fumée.
-En cuanto a sus últimas afirmaciones, carezco de medios para rebatirlas -dije-, pero al menos no nos será difícil encontrar algunos datos sobre la edad y trayectoria profesional de nuestro hombre.
Del modesto estante donde guardaba los libros relacionados con la medicina saqué el directorio médico y, al buscar por el apellido, encontré varios Mortimer, pero tan sólo uno que coincidiera con nuestro visitante, por lo que procedí a leer en voz alta la nota biográfica.
« Je ne puis contrôler cette dernière assertion, dis-je ; mais rien n’est plus facile que de nous procurer certains renseignements sur l’âge et les antécédents professionnels de notre inconnu. » Je pris sur un rayon de la bibliothèque l’annuaire médical et je courus à la lettre M. J’y trouvai plusieurs Mortimer. Un seul pouvait être notre visiteur. Je lus à haute voix :
«Mortimer, James, MRCS, 1882, Grimpen, Dartmoor, Devonshire. De 1882 a 1884 cirujano interno en el hospital de Charing Cross. En posesión del premio Jackson de patología comparada, gracias al trabajo titulado "¿Es la enfermedad una regresión?". Miembro correspondiente de la Sociedad Sueca de Patología. Autor de "Algunos fenómenos de atavismo" (Lancet, 1882), "¿Estamos progresando?" (Journal of Psychology, marzo de 1883). Médico de los municipios de Grimpen, Thorsley y High Barrow».
— « Mortimer, James, M. R. C. S. [1] 1882 ; Grimpen, Dartmoor, Devon. Interne de 1882 à 1884 à l’hôpital de Charing Cross. Lauréat du prix Jackson pour une étude de pathologie comparée, intitulée : « L’hérédité est-elle une maladie ? » Membre correspondant de la Société pathologique suédoise. Auteur de « Quelques caprices de l’atavisme » (The Lancet, 1882), « Progressons-nous ? » (Journal de Pathologie, 1883). Médecin autorisé pour les paroisses de Grimpen, Thornsley et High Barrow. »
-No se menciona ninguna asociación de cazadores -comentó Holmes con una sonrisa maliciosa-; pero sí que nuestro visitante es médico rural, como usted dedujo atinadamente. Creo que mis deducciones están justificadas. Por lo que se refiere a los adjetivos, dije, si no recuerdo mal, afable, poco ambicioso y distraído. Según mi experiencia, sólo un hombre afable recibe regalos de sus colegas, sólo un hombre sin ambiciones abandona una carrera en Londres para irse a un pueblo y sólo una persona distraída deja el bastón en lugar de la tarjeta de visita después de esperar una hora.
— Hé ! Watson, il n’est nullement question de société de chasse, fit Holmes avec un sourire narquois ; mais bien d’un médecin de campagne, ainsi que vous l’aviez finement pronostiqué, d’ailleurs. Mes déductions se confirment. Quant aux qualificatifs dont je me suis servi, j’ai dit, si je me souviens bien : aimable, modeste et distrait. Or, on ne fait de cadeaux qu’aux gens aimables ; un modeste seul abandonne Londres pour se retirer à la campagne et il n’y a qu’un distrait pour laisser sa canne au lieu de sa carte de visite, après une attente d’une heure dans notre salon.
-¿Y el perro?
— Et le chien ? repris-je.
-Está acostumbrado a llevarle el bastón a su amo. Como es un objeto pesado, tiene que sujetarlo con fuerza por el centro, y las señales de sus dientes son perfectamente visibles. La mandíbula del animal, como pone de manifiesto la distancia entre las marcas, es, en mi opinión, demasiado ancha para un terrier y no lo bastante para un mastín. Podría ser..., sí, claro que sí: se trata de un spaniel de pelo rizado.
— Le chien porte ordinairement la canne de son maître. Comme elle est lourde, il la tient par le milieu, fortement. Regardez la marque de ses crocs ! Elle vous indiquera que la mâchoire est trop large pour que le chien appartienne à la race des terriers et trop étroite pour qu’on le range dans celle des mastiffs. C’est peut-être,… oui, parbleu ! c’est un épagneul ! »
Holmes se había puesto en pie y paseaba por la habitación mientras hablaba. Finalmente se detuvo junto al hueco de la ventana. Había un tono tal de convicción en su voz que levanté la vista sorprendido.
Tout en parlant, Holmes s’était levé et arpentait la pièce. Il s’arrêta devant la fenêtre. Sa voix avait un tel accent de conviction que la surprise me fit lever la tête.
-¿Cómo puede estar tan seguro de eso?
« Comment, mon cher ami, dis-je, pouvez-vous affirmer cela ?
-Por la sencilla razón de que estoy viendo al perro delante de nuestra casa, y acabamos de oír cómo su dueño ha llamado a la puerta. No se mueva, se lo ruego. Se trata de uno de sus hermanos de profesión, y la presencia de usted puede serme de ayuda. Éste es el momento dramático del destino, Watson: se oyen en la escalera los pasos de alguien que se dispone a entrar en nuestra vida y no sabemos si será para bien o para mal. ¿Qué es lo que el doctor James Mortimer, el científico, desea de Sherlock Holmes, el detective? ¡Adelante!
— Pour la raison bien simple que j’aperçois le chien à notre porte et que voilà le coup de sonnette de son maître…. Restez, Watson ; le docteur Mortimer est un de vos confrères, votre présence me sera peut-être utile…. Que vient demander le docteur Mortimer, homme de science, à Sherlock Holmes, le spécialiste en matière criminelle ?… Entrez ! »
El aspecto de nuestro visitante fue una sorpresa para mí, dado que esperaba al típico médico rural y me encontré a un hombre muy alto y delgado, de nariz larga y ganchuda, disparada hacia adelante entre unos ojos grises y penetrantes, muy juntos, que centelleaban desde detrás de unos lentes de montura dorada. Vestía de acuerdo con su profesión, pero de manera un tanto descuidada, porque su levita estaba sucia y los pantalones, raídos. Cargado de espaldas, aunque todavía joven, caminaba echando la cabeza hacia adelante y ofrecía un aire general de benevolencia corta de vista. Al entrar, sus ojos tropezaron con el bastón que Holmes tenía entre las manos, por lo que se precipitó hacia él lanzando una exclamación de alegría.
-¡Cuánto me alegro! -dijo-. No sabía si lo había dejado aquí o en la agencia marítima. Sentiría mucho perder ese bastón.
M’attendant à voir le type du médecin de campagne que j’avais dépeint, l’apparition de notre visiteur me causa une vive surprise. Le docteur Mortimer était grand, mince, avec un long nez crochu qui débordait entre deux yeux gris, perçants, rapprochés l’un de l’autre et étincelants derrière des lunettes d’or. Il portait le costume traditionnel – mais quelque peu négligé – adopté par ceux de sa profession ; sa redingote était de couleur sombre et son pantalon frangé. Quoique jeune, son dos se voûtait déjà : il marchait la tête penchée en avant et son visage respirait un air de grande bonhomie. En entrant, il aperçut sa canne dans les mains de Holmes et il se précipita avec une expression joyeuse : « Quel bonheur ! fit-il. Je ne me souvenais plus où je l’avais laissée…. Je ne voudrais pas perdre cette canne pour tout l’or du monde.
-Un regalo, por lo que veo -dijo Holmes.
— Un cadeau, n’est-ce pas ? interrogea Holmes.
-Así es.
— Oui monsieur.
-¿Del hospital de Charing Cross?
— De l’hôpital de Charing Cross ?
-De uno o dos amigos que tenía allí, con ocasión de mi matrimonio.
— De quelques amis que j’y comptais… à l’occasion de mon mariage.
-¡Vaya, vaya! ¡Qué contrariedad! -dijo Holmes, agitando la cabeza.
— Ah ! fichtre ! c’est ennuyeux, répliqua Holmes, en secouant la tête. »
Le docteur Mortimer, légèrement étonné, cligna les yeux.
-¿Cuál es la contrariedad?
« Qu’y a-t-il d’ennuyeux ?
-Tan sólo que ha echado usted por tierra nuestras modestas deducciones. ¿Su matrimonio, ha dicho?
— Vous avez dérangé nos petites déductions…. Vous dites : votre mariage ?
-Sí, señor. Al casarme dejé el hospital, y con ello toda esperanza de abrir una consulta. Necesitaba un hogar.
— Oui. Pour me marier, j’ai quitté l’hôpital…. Je désirais me créer un intérieur.
-Bien, bien; no estábamos tan equivocados, después de todo -dijo Holmes-. Y ahora, doctor James Mortimer...
— Allons, fit Holmes, après tout, nous ne nous sommes pas trompés de beaucoup…. Et maintenant, docteur Mortimer….
-No soy doctor; tan sólo un modesto MRCS.
— Non, monsieur ! M. Mortimer, tout bonnement !… Un humble M. R. C. S.
-Y persona amante de la exactitud, por lo que se ve.
— Et, évidemment, un homme d’un esprit pratique.
-Un simple aficionado a la ciencia, señor Holmes, coleccionista de conchas en las playas del gran océano de lo desconocido. Imagino que estoy hablando con el señor Sherlock Holmes y no...
— Oh ! un simple minus habens, un ramasseur de coquilles sur le rivage du grand océan inconnu de la science. C’est à M. Sherlock Holmes que je parle ?….
-No se equivoca; yo soy Sherlock Holmes y éste es mi amigo, el doctor Watson.
— Oui ; et voici mon ami, le docteur Watson.
-Encantado de conocerlo, doctor Watson. He oído mencionar su nombre junto con el de su amigo. Me interesa usted mucho, señor Holmes. No esperaba encontrarme con un cráneo tan dolicocéfalo ni con un arco supraorbital tan pronunciado. ¿Le importaría que recorriera con el dedo su fisura parietal? Un molde de su cráneo, señor mío, hasta que pueda disponerse del original, sería el orgullo de cualquier museo antropológico. No es mi intención parecer obsequioso, pero confieso que codicio su cráneo.
— Très heureux de faire votre connaissance, monsieur. J’ai souvent entendu prononcer votre nom avec celui de votre ami. Vous m’intéressez vivement, monsieur Holmes. J’ai rarement vu un crâne aussi dolichocéphalique que le vôtre, ni des bosses supra-orbitales aussi développées. Voulez-vous me permettre de promener mon doigt sur votre suture pariétale ? Un moulage de votre crâne, monsieur, en attendant la pièce originale, ferait l’ornement d’un musée d’anthropologie. Loin de moi toute pensée macabre ! Mais je convoite votre crâne. »
Sherlock Holmes hizo un gesto con la mano para invitar a nuestro extraño visitante a que tomara asiento. -Veo que se entusiasma usted tanto con sus ideas como yo con las mías -dijo-. Y observo por su dedo índice que se hace usted mismo los cigarrillos. No dude en encender uno si así lo desea.
Holmes montra une chaise à cet étrange visiteur. « Vous êtes un enthousiaste de votre profession, comme je le suis de la mienne, dit-il. Je devine à votre index que vous fumez la cigarette… ne vous gênez pas pour en allumer une. »
El doctor Mortimer sacó papel y tabaco y lió un pitillo con sorprendente destreza. Sus dedos, largos y temblorosos, eran tan ágiles e inquietos como las antenas de un insecto.
Notre homme sortit de sa poche du papier et du tabac, et roula une cigarette avec une surprenante dextérité. Il avait de longs doigts, aussi agiles et aussi mobiles que les antennes d’un insecte.
Holmes guardó silencio, pero la intensidad de su atención me demostraba el interés que despertaba en él nuestro curioso visitante.
Holmes demeurait silencieux ; mais ses regards, obstinément fixés sur notre singulier compagnon, me prouvaient à quel point celui-ci l’intéressait.
-Supongo -dijo finalmente-, que no debemos el honor de su visita de anoche y ésta de hoy exclusivamente a su deseo de examinar mi cráneo.
Enfin Holmes parla. « Je présume, monsieur, dit-il, que ce n’est pas seulement pour examiner mon crâne que vous m’avez fait l’honneur de venir me voir hier et de revenir aujourd’hui ?
-No, claro está; aunque también me alegro de haber tenido la oportunidad de hacerlo, he acudido a usted, señor Holmes, porque no se me oculta que soy una persona poco práctica y porque me enfrento de repente con un problema tan grave como singular. Y reconociendo, como yo lo reconozco, que es usted el segundo experto europeo mejor cualificado...
— Non, monsieur, non,… bien que je me réjouisse de cet examen. Je suis venu, monsieur Holmes, parce que je reconnais que je ne suis pas un homme pratique et ensuite parce que les circonstances m’ont placé en face d’un problème aussi grave que mystérieux. Je vous considère comme le second parmi les plus habiles experts de l’Europe….
-Ah. ¿Puedo preguntarle a quién corresponde el honor de ser el primero? -le interrumpió Holmes con alguna aspereza.
— Vraiment ! Puis-je vous demander le nom de celui que vous mettez en première ligne ? fit Holmes avec un peu d’amertume.
-Para una persona amante de la exactitud y de la ciencia, el trabajo de monsieur Bertillon tendrá siempre un poderoso atractivo.
— L’œuvre de M. Bertillon doit fort impressionner l’esprit de tout homme amoureux de précision scientifique.
-¿No sería mejor consultarle a él en ese caso?
— Alors, pourquoi ne le consultez-vous pas ?
-He hablado de personas amantes de la exactitud y de la ciencia. Pero en cuanto a sentido práctico todo el mundo reconoce que carece usted de rival. Espero, señor mío, no haber...
— J’ai parlé de précision scientifique. Mais, en ce qui concerne la science pratique, il n’y a que vous…. J’espère, monsieur, que je n’ai pas involontairement….
-Tan sólo un poco -dijo Holmes-. No estará de más, doctor Mortimer, que, sin más preámbulo, tenga la amabilidad de contarme en pocas palabras cuál es exactamente el problema para cuya resolución solicita mi ayuda.
— Un peu, interrompit Holmes. Il me semble, docteur, que, laissant ceci de côté, vous feriez bien de m’expliquer exactement le problème pour la solution duquel vous réclamez mon assistance. »